top of page
  • Foto del escritorEditorial Java

(Poema) Tríptico de los confinados. Por: Everardo Rendón Colorado

Uno


Como las páginas virtuales

de un libro infinito,

pasan y pasan las horas y los días,

entre el espeso gotear

de los tiempos del verbo

y su laberíntico susurro

hacia la ilusión del mañana.


Los confinados,

el colectivo de siempre,

la pirámide de calaveras,

de fémures y brazos y piernas

sobre los que descansa el trono;

los que asfixian sus sueños

apretujados en ergástulas de infamia

esperamos, esperamos…


Diariamente izamos

en las ventanas del corazón

un trapo rojo,

como desesperada bandera

del hambre secular,

un SOS que no alcanza

el azul impasible del cielo,

ante el rojo de nuestra sangre irredenta,

que se riega cotidiana

como flor humillada.


Pero un tácito saber nos ilumina,

el puro centro donde el sol

no asombra,

el medio día del esplendor

que los espejos multiplican:

el mundo de poderes misteriosos

anuncia ya la crisálida

del hombre nuevo que soñamos.


Dos


Truenan reclamos entre las naciones:

que ese virus nació en laboratorio,

y busca una razón aquel emporio

para aumentar el monto de sanciones.


Colosos del mundo se creen dueños

del derecho a la vida y a la muerte,

sus guerras serán siempre triste suerte,

que rompe de la humanidad los sueños.


Se rumora un secreto conspirado,

y al filo del abismo encaminamos,

sumisos al poder que ha gobernado.


El mundo es colectivo, sin fronteras,

de la tierra somos y hacia allá vamos;

¡mi patria es el amor y sus banderas!


Tres


Con su cálido abrazo

el sol de la mañana

recrea la tierra;

los confinados esperan,

y entre tantas cosas,

no saben qué esperan:

un libro quizá,

una sopa de profundas letras,

que remedie su hambre y su ceguera;

una noticia, un correo,

un chat, un mensaje,

una razón… cualquier razón…

la llave que abra las compuertas

de la libertad.


Los días y las noches

se repiten en soledades

y rumores de muerte.

Los confinados,

sumidos en espesa tiniebla

añoran siquiera una hendija

con la primicia de un hilo de luz,

y la espera se hace más lenta;

sueñan con el abrazo y el beso,

los grandes derrotados del amor,

entre teletrabajo

y entrecortadas voces virtuales,

borrosos rostros de pantalla,

buscan el baño matutino

en el geométrico reguero del sol

por la ventana.


Claroscuros de páginas blancas

y páginas negras,

paisajes ajados y amarillentos del recuerdo.

Y en cada capítulo que pasa

reflexionan tan larga espera,

pero la eternidad es más eterna

sobre el tiempo del deseo.

Ni siquiera recuerdan

desde cuándo está plantada la espera

por todas las esquinas de sus cuerpos,

en el urgente latido de la sangre,

al timbre de cualquier portal

de la imaginación.

Esperan… esperan… esperan…

mientras una pesadilla de serpientes

les aprieta el cuello,

vencidos todos

entre los colmillos depredadores

de sus propios hermanos.


No saben qué esperan,

hay un extraño fervor en su espera:

un relámpago sueñan

en su espesa oscuridad…

Pero el animal del miedo

ha crecido en esa cárcel de la espera

y ahora es un monstruo

que acecha al mundo

y todas sus miserias.


La más espantosa pandemia

es el hombre para el hombre,

cuya codicia y delirio de poder

lo pierden,

mientras rebaños desahuciados

de fervorosos ciegos

siguen crédulos a engañosos líderes

hacia su propio despeñadero….

Una balanza universal nos urge

para equilibrar esplendores y derrotas:

¡el mallete de la justicia

para tanta infamia cotidiana!


Everardo Rendón Colorado

Támesis, Antioquia, junio de 2020

Confinamiento por Covid-19

Del libro Tríptico de mujeres que me habitan

Publicado por Editorial JAVA, en Medellín, Colombia.

7 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

コメント


bottom of page